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Conflictos en Navidad

Las navidades se pueden convertir en un infierno. Aprende a gestionarlas

Soy una mala madre. Esto es lo que pienso cada Navidad, porque las vacaciones me llenan de ansiedad. Estoy segura de que otras madres están felices de hornear galletas, decorar árboles y encontrar regalos perfectos para todos.”

Tess Gerritsen

Las fiestas navideñas son especiales: luces, regalos, sonrisas, villancicos, la familia… la familia…

Sin embargo, estas son, quizás, las fiestas que más problemas emocionales y de relación provocan debido a las exigencias impuestas por nosotros mismos, la cultura y la publicidad de ser totalmente felices. Hasta cierto punto, está bien disponer de un incentivo para cambiar el modo en que afrontamos las cosas. Sumidos en el devenir del día a día, no logramos “sacar la cabeza” y “ver el bosque” y podemos aprovechar estas fiestas para apreciar lo que es importante para nosotros, descansar, realizar actividades y estar con los seres queridos.

 Todos vamos amoldando y conformando nuestra vida conforme a nuestros deseos , gustos, responsabilidades, etc. pero en estas fechas, nos vemos forzados a cambiarlo todo, adoptar un papel, asistir a eventos y relacionarnos con personas con las que puede que no sintamos mucha simpatía.

Uno de los grandes enemigos de las navidades reside en las expectativas. Esperamos que todo sea perfecto: desde la cena, los regalos, la ilusión, el ambiente… Pero, por mucha voluntad que pongamos, la vida no es un anuncio y surgirán problemas. Debemos esperar que esto puede ocurrir y gestionarlos con naturalidad, flexibilidad, cariño, paciencia, asertividad y buen humor.
A continuación, te ofrecemos una serie de consejos sobre cómo afrontar estos días:

  • No esperes que todo sea perfecto, anticipa posibles problemas y rebaja expectativas.
  • Céntrate en lo importante.
  • Descansa pero aprovecha el tiempo, realiza actividades, haz deporte, reúnete con gente, visita sitios… permanece activo. Esto evitará la sensación de que las vacaciones han pasado “sin pena ni gloria”.
  • Esfuérzate por ser un poco más comprensivo y cariñoso. Las relaciones se componen de afecto y de voluntad. Trabaja el segundo componente y comprobarás el efecto positivo en el tono emocional.
  • Cuando te veas obligado a soportar la compañía de personas que no son de tu agrado, piensa que sólo será un rato y practica la simpatía como arma para suavizar el ambiente, afrontar la conversación e, incluso, desbaratar posibles intentos de “ataque”. No obstante, cuando tengas que responder, hazlo de manera asertiva, defendiendo tus derechos, pero sin agresividad.
  • No esperes grandes cambios en las personas; al fin y al cabo, la gente sigue siendo como de costumbre.
  • No seas vergonzoso: llama a esa persona, ponte un gorrito, canta, baila.
  • Regala tiempo e interés. Piensa en lo que le puede gustar a esa persona y sé comedido. El valor debe residir en la atención dedicada. No necesitas corresponder, así que regala lo que tú consideres adecuado. No abrumes a los niños con juguetes, porque no aprenderán a valorar lo que tienen. Y, por supuesto, guarda el tícket de compra :).
  • Prepara algo especial (o cómpralo preparado) para comer, pero no estés demasiado tiempo en la cocina. Al fin y al cabo, los invitados no van a un restaurante. También puedes prepararlo todo o una parte con antelación para así poder disfrutar de la conversación y no estar encerrado en la cocina. Tampoco esperes que a todo el mundo le entusiasme la comida, así que no te fijes mucho en sus reacciones y disfruta de la compañía.

Son unas fechas muy especiales, pero pueden convertirse en días estresantes. Afróntalos con alegría, paciencia y comprensión, disfrútalos y ten la confianza de que terminarán pasando…

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