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Resiliencia (entereza)

La entereza o resiliencia es la capacidad de afrontar las situaciones difíciles con los propios recursos

La Entereza es la capacidad que tiene el ser humano para enfrentarse a la adversidad o sucesos traumáticos de manera exitosa, poniendo en juego habilidades y fortalezas propias y adecuándose a las exigencias de la situación y el medio.
Por desgracia, estamos acostumbrados a tener noticia de desastres que ocurren con frecuencia y que afectan a numerosas personas. Estas son golpeados de forma brutal por muertes, enfermedad, desposesión de todo lo que tenían, y un largo etcétera. Quizá al ponernos en su lugar pensáramos que no podríamos superarlo, pero la realidad nos demuestra que esos colectivos salen adelante y reconstruyen sus vidas y su entorno. Y no solo eso, sino que, además salen en muchos casos relativamente indemnes e incluso reforzados.

La Entereza es la capacidad que tiene el ser humano para enfrentarse a la adversidad o sucesos traumáticos de manera exitosa, poniendo en juego habilidades y fortalezas propias y adecuándose a las exigencias de la situación y el medio.
Por desgracia, estamos acostumbrados a tener noticia de desastres que ocurren con frecuencia y que afectan a numerosas personas. Estas son golpeados de forma brutal por muertes, enfermedad, desposesión de todo lo que tenían, y un largo etcétera. Quizá al ponernos en su lugar pensáramos que no podríamos superarlo, pero la realidad nos demuestra que esos colectivos salen adelante y reconstruyen sus vidas y su entorno. Y no solo eso, sino que, además salen en muchos casos relativamente indemnes e incluso reforzados.

Para explicar cómo puede ser esto posible, la Psicología acuñó el término Resiliencia, que hace alusión a la fortaleza del ser humano, que sale a relucir en momentos de gran necesidad y que le permite superar graves trances.

En contra de la creencia generalizada de que un desastre provoca trastornos psicológicos casi de manera necesaria (trastorno de estrés postraumático), numerosos estudios indican que, si bien al poco tiempo puede haber una prevalencia mayor, con el paso del tiempo, estas reacciones van desapareciendo, dando lugar a un funcionamiento normal del individuo.

La resiliencia no es, sin embargo, una capacidad estática y fija del propio individuo, sino que es un proceso a través del cual, la persona, apoyada en su entorno y adaptado a él, resiste la crisis, se recupera y sale fortalecido.
Diversos son los factores que pueden favorecer una respuesta resiliente:

  • elevada autoestima
  • la seguridad en uno mismo y en la propia capacidad de afrontamiento
  • el apoyo social
  • tener un propósito significativo en la vida
  • creer que uno puede influir en lo que sucede a su alrededor
  • creer que se puede aprender de las experiencias positivas también de las negativas
  • sesgo positivo en la percepción de uno mismo
  • optimismo
  • esperanza
  • creencias religiosas
  • extraversión

También se ha evidenciado que la experiencia de emociones positivas contribuye a superar el trauma de forma eficaz. Sin embargo, esto no es sólo una variable más que contribuye a dar una respuesta resiliente, ya que ocurre que la persona utiliza el humor o las emociones positivas para hacer frente al trauma, por lo que la relación es recíproca entre emociones positivas y resiliencia.
Muchas personas, tras superar el suceso traumático, salen reforzadas de alguna manera en tres posibles contextos: en uno mismo, en las relaciones interpersonales y en la filosofía de vida o espiritualidad.

  • Cambios en uno mismo: muchas personas encuentran un aumento de la confianza en la capacidad de superación de futuras adversidades.
  • Cambios en las relaciones interpersonales: es frecuente que se generen lazos más fuertes con las personas cercanas (familia, amigos), en parte por la ayuda prestada o recibida y por el apoyo mutuo. Hacer frente a experiencias traumáticas despierta en las personas sentimientos de compasión y empatía y favorece conductas de ayuda.
  • Cambios en la filosofía de vida: el choque recibido por el trauma, frecuentemente sacude la escala de valores del individuo, dando importancia a cosas que antes pasaban desapercibidas y relativizando otras que antes se creían importantes.

Es necesario apuntar que estos procesos de crecimiento después del trauma casi siempre coexisten con emociones negativas y/o estrés. Es decir, no inmunizan contra esas emociones negativas, sino que son un recurso extra que se pone en juego para volver a la normalidad y para vivir normalmente.
El concepto de resiliencia normalmente va asociado a grandes catástrofes. Sin embargo desde la Psicología Positiva debe ser una variable de afrontamiento de la adversidad que todos debemos fomentar.

entereza

 Así, en la medida en que seamos capaces de tener una adecuada autoestima, confianza en nosotros, en nuestras habilidades y posibilidades de éxito, experimentemos emociones positivas hacia los demás, el mundo y nosotros mismos, tengamos variadas y ricas relaciones interpersonales, seamos optimistas… seremos más capaces de afrontar las adversidades de la vida, rehacernos y extraer aprendizajes positivos de ellas.

Desde esta perspectiva, los psicólogos somos responsables de promover y enseñar estas capacidades y habilidades que no sólo nos hacen más fácil la superación de un trauma, sino que, más importante aún, nos posibilita para disfrutar más plenamente de la vida en el momento presente.

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